miércoles, 31 de marzo de 2010

SOBRE LA LIBERTAD DE AUTORES Y PERSONAJES

Caracas, 31 de marzo de 2010
Crítica: Alfonso Molina


En una primera instancia el film sorprende al espectador, le altera sus códigos de percepción, cambia sus paradigmas. Tanto en el plano temático como en el narrativo. Des-autorizados, largometraje de Elia K. Schneider (Huelepega, 2000, yPunto y raya, 2004), se aleja de los planteamientos usuales del cine venezolano y rompe adrede con las estructuras dramáticas tradicionales para proponer una reflexión diversa sobre la vida y la creación, a través de la comprensión —o la incomprensión, también es válido— de las relaciones que se establecen entre un autor y los personajes de su obra. El tema no es nuevo, concedo, sobre todo en el teatro del siglo pasado, pero la forma como la realizadora venezolana edifica su film permite aprehender un punto de vista personal. Schneider, dramaturga y cineasta, reflexiona sobres sus oficios, piensa en alto sobre sus incertidumbres, ironiza sobre los clichés al uso y entrega una película muy bien producida —con un enfoque riesgoso pero muy válido— sobre los vericuetos del arte y la vida. No es poco.
A través del cine Schneider se acerca a su trabajo en las artes escénicas —es fundadora y directora artística del grupo Teatro Dramma desde 1980, con presentaciones bien recibidas por la crítica en el Teatro La Mama Etc de Nueva York— y se incorpora ella misma como autora y personaje a la vez. El film se desarrolla en tres niveles que se sobreponen a menudo. En el primero se encuentra Elia, una cineasta que escribe sobre el personaje de su próximo trabajo, llamado Elías, un dramaturgo ubicado en el segundo nivel narrativo, quien, a su vez, intenta escribir su pieza Amantes sin destino —que será representada por una compañía de actores— pero no logra dominar a sus personajes, moradores del tercer nivel. Este trípode humano conforma la plataforma dramática de Des-autorizados a partir de la cual los personajes —unos reales, otros de ficción, qué importa— cobran vida y exigen sus derechos como seres con afectos, temores y necesidades. El guión de Fernando Butazzoni y Rosa Clemente articula elementos tan diferentes en los tres planos de la narración y juega con los equívocos de Elías, Nina, Federico y Raquel como parte de la historia.
En el campo estilístico Schneider rompe con sus dos filmes previos pero no con su trabajo teatral —A  petición del público, Blumfeld, Gaz— en la medida en que elige personajes para las tablas que se cuestionan a sí mismos y en cuyos desarrollos desbordan los límites de sus vidas. En realidad, tanto la cineasta de la ficción como sus personajes que crean personajes viven en permanente lucha por su libertad. “Hacer una película es como sentarse a escribir en medio de una autopista. En cualquier momento viene un camión y te hace puré”, dice desde el principio, a la luz de sus propias experiencias profesionales. Es una forma de prisión de la que intenta liberarse creando una obra muy personal, sentada allí, precisamente, en una autopista. Elías se sabe preso de sus crisis creativa y de la imposición de un magnate, Bruno Da Mata, que compra su obra y está dispuesto a producirla, pero no porque aprecie su trabajo creativo sino para que Andy, suproteggé, pueda interpretarla. Vincent, su personaje masculino, ejerce el rol opresor caracterizado de militarista, pero preso también de su autor. Nina, su personaje femenino, también busca su libertad en compañía de su partenairFederico —personaje sin rumbo pero con emociones— y se mira en el rostro de Raquel, la actriz que debe interpretarla, quien a su vez se halla atrapada pro la indiferencia de Elías… y así. La narración se desborda de un nivel a otro y los personajes se confunden, se desconciertan, se pierden. La única que mantiene el control es Elia, la creadora, el alter ego de Schneider.
Algo más sobre los personajes y el dominio de la cineasta. Elías mete y saca papeles en una vieja y anacrónica máquina de escribir, sin ningún recurso tecnológico. No usa computadora ni celular ni está integrado a las redes sociales. Es un solitario no sólo en el espacio —vive en una especie de templo abandonado desde donde se divisa una ciudad que no podemos caracterizar como Caracas, simplemente una ciudad latinoamericana— sino también en el tiempo —es un dramaturgo a la antigua, esto es: enciende candelabros, se neurotiza, ignora a Nina y también a Raquel, le grita a su mecenas  y fuma como un preso— que además es un solitario afectivo. No es capaz de dar amor. Tampoco de recibirlo. Al final, de nuevo, la única que sonríe en una autopista rodeada por sus personajes y teclea en una moderna portátil es Elia. A su encuentro va Elías. ¿Quién más?
La realización y la producción cabalgan armónicamente, marcando un estilo definido que comienza y termina con la participación de las Deses3sadas, tres hadas sin estrés que cantan en onda retro la necesidad de afecto. La voz en off de Elia se establece como el único hilo narrativo tradicional, en primera persona. Elementos de los videos musicales y del cómic —el viejo Cadillac descapotable, el uniforme y el bigotito nazis de Vincent, la escritura fonética de acciones y golpes—  se incorporan al ir y venir de los personajes. La música de Osvaldo Montes sugiere cierta nostalgia porteña y la fotografía de Oscar Pérez destaca por su forma de mantener el nivel visual de la narración y por la resolución cromática de sus imágenes. El discurso, aparentemente desordenado, en realidad guarda mucha coherencia.
El elenco cumple sus roles de manera muy profesional, en especial Erich Wildprett en el doble rol de Elías y Vincent, secundado eficazmente por Samantha Dagnino en su debut como actriz, Juan Carlos Alarcón como Federico, Dag Dager como Raquel, el colombiano Rafael Uribe como Bruno Da Mata, Albi De Abreu como Andy y Aisha Stambouli, Minerva Borjas, Mariana Socorro como las Deses3adas. Ah, y Elia K. Schneider, desde luego, como Elia.
Des-autorizados es una provocación muy personal de la realizadora que marca un rumbo creativo. Ella tomó un riesgo, a sabiendas que muchos espectadores no van a seguirla, pero parece un riesgo bien pensado desde el punto de vista artístico. En un principio logró el apoyo del exigente programa Ibermedia de España, y luego del CNAC venezolano, con la coproducción Colombia y Perú. Un film Iberoamericano se proclama en las primeras imágenes. Es cierto. Las fronteras se amplían.
DES-AUTORIZADOS, Venezuela, España, Colombia y Perú. Dirección: Elia K. Schneider. Guión: Fernando Butazzoni y Rosa Clemente. Producción: José R. Novoa, Isabel Novoa, José Fernández y Rolando Hernández. Fotografía: Oscar Pérez. Montaje: Jerry Zottola, Salomón y Nicolás Ghia. Música: Osvaldo Montes. Dirección de arte: Elia K. Schneider y Maitena de Elguezabal. Dirección de sonido: Guillermo Palacios. Vestuario: Jeniré Mena. Elenco: Eric Wildpret, Samantha Dagnino, Juan Carlos Alarcón, Dag Dager, Rafael Uribe, Albi De Abreu, Aisha Stambouli, Minerva Borjas y Mariana Socorro . Distribuición: Cines Unidos.

1 comentario:

  1. Tuve la oportunidad de ir y ver la pelicula, por supuesto con el propósito que uno tiene siempre de salir satisfecho, olvidarse de la realidad por dos horas y hasta ser parte de la historia, e inclusive querer comprarla luego para tenerla en casa como colección dentro del catalogo del cine venezolano, y convenci a un trio de amigos a que inclinaramos por "Desautorizados", desautorizando sus gustos por el mio, así que pues confiando en mi espectativa, como seguidor que ultimamente he sido del cine de nuestro país, entramos y lamentablemente sólo pasaron 20 minutos cuando ya sentia una especie de astio entre los presentes...
    Respeto el trabajo de su directora y la intención, todos tenemos sueños e ideas que deseamos materializar, y aunque no soy un especialista en hacer criticas cinematográficas, pienso que se pudo haber abordado ese trabajo artístico de otra manera y cuidarse al querer hacer una comedia dentro de un suspenso o un drama dentro del terror, además, como la mayoría de los países latinos tenemos una alta influencia de Hollywood es importante saber lo que los venezolanos esperamos y queremos de un película hecha por venezolanos….

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